historia,  valladolid

20 años no son nada… historia de una foto

Era una tarde gris de septiembre de 1994, cuando el otoño asomaba a la vuelta de la esquina y Valladolid empezaba a llenarse de chaquetas y hojas secas. Alfonso y Francisco aparcaron su coche en la calle San Blas, cerca de la Plaza de San Miguel, y bajaron del mismo con una sonrisa de oreja a oreja, como niños con zapatos nuevos. Por fin, después de mucho esfuerzo, tenían ya preparada su primera producción de capones enlatados… ¡Con su etiqueta y todo!. Habían puesto las pegatinas en las 750 latas de este primer lote, una a una. Se dirigían a casa de Covadonga, tía de Alfonso y una de las personas que más había confiado en ellos, animándoles a seguir con la cría de capones cuando, literalmente, nadie daba un duro por ellos. Las primeras latas tenían que ser para ella..

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Nada más entrar en la casa la tía Covadonga decidió inmortalizar el momento y les hizo sentar junto a sus latas encima de un mueble que tenía en el hall de la entrada,  a la luz de una lámpara y escoltados por dos grandes cuadros. Colocaron las conservas en forma de pirámide y se sentaron flanqueándolas. Una sola foto, un solo click y cuando se acabó el carrete a la tienda a revelarlo, como se hacía hace 18 años cuando no había cámaras digitales…

Hace unos días se nos ocurrió repetir la foto y allí que nos fuimos. Todo ha cambiado mucho en este tiempo, por ejemplo aparcar por la Calle San Blas es casi misión imposible hoy en día y además hay que pagar por estacionar. Lo que sigue igual es la casa de la tía Covadonga, y ella se mantiene estupenda. Le gustó la idea de repetir la foto y preparamos todo. Los cuadros no eran los mismos pero la lampara no se ha movido. Pusimos unas latas de muslo de gallo y sentamos a Alfonso y Francisco, igual que hace 18 años. Covadonga tiró varias fotos con una moderna cámara digital y también con el Iphone. ¡Quién le iba a decir a ella hace casi dos décadas que volveríamos a hacer esa misma foto y con un teléfono móvil!

Fue un fantástico viaje en el tiempo que provocó que brotaran muchísimos recuerdos y anécdotas por parte de todos.  ¿Cómo iban a pensar en aquel momento esos dos jóvenes emprendedores que su proyecto traspasaría fronteras y que años después llegarían a vender productos Cascajares en todo el mundo? Entre foto y foto, aparte de unos cuantos años, hay muchísimo esfuerzo, trabajo e ilusión. Historia de una imagen..

Francisco Iglesias y Alfonso Jiménez, fundadores de Cascajares

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